Su
cabeza estaba pobladas por serpientes,
tenía colmillos de jabalí,
manos de bronce y unas doradas alas que le permitían volar. De
sus penetrantes ojos salían chispas y quien los miraba se convertía
en piedra.
Afrodita
se vio celosa de la hermosa cabellera que tenía Medusa, razón por
la cual dentro del castigo se hizo que en lugar de cabellos se
disponga de serpientes. De
aquel idilio fortuito que hubo entre Poseidón y Medusa, surgió un
embarazo, lo que no hizo más que incrementar el rencor de Atenea,
que ordena a Perseo que mate a Medusa.
Perseo
en su misión, tuvo que usar unas sandalias aladas que le había
proporcionado Hermes. Esta
protección adicional le prevenía de la mirada de Medusa, así como
un escudo muy brillante, de forma que si llegaba a mirarle, pudiera
repeler el ataque de la luz letal de sus ojos. No tuvo necesidad de
usarlo, ya que esperó a que Medusa se durmiera en su guarida. Perseo
volando con sus sandalias, logró ubicarse por encima de Medusa
cortándole la cabeza en un solo acto.
La sangre derramada en la decapitación de Medusa fue celosamente guardada para fines que sólo los Dioses conocían, ya que la sangre de su vena izquierda venía a representar un veneno mortal, y la de su lado derecho, tenía características sanadoras que se utilizaba incluso para poder resucitar a los muertos.
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